En Ecuador, la tasa de pobreza continúa siendo muy elevada (23%) y las desigualdades socio-económicas están muy marcadas. En 2011, el Estado inició una reforma ambiciosa de Educación cuyo objetivo era aumentar el acceso de las poblaciones más vulnerables a una educación de calidad, y que le formación técnica respondiera a la reconversión industrial y productiva del país.
El contexto económico desfavorable ha tenido un impacto mayor sobre el mercado del trabajo, donde las ofertas de empleo decente son escasas. Algunas regiones, como la provincia Esmeralda, sufren particularmente de una falta de infraestructuras profesionales en las que los jóvenes formados puedan insertarse. El autoempleo a través de la microempresa se convierte en la mejor alternativa para numerosos jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad, para cubrir sus necesidades y los más próximos.